En España, miles de empresas se enfrentan a un dilema silencioso pero devastador: el relevo generacional. A medida que los fundadores se acercan a la jubilación, muchas compañías —especialmente pymes y negocios familiares— corren el riesgo de desaparecer por falta de sucesores. A esto se suma la fragilidad de otras empresas que atraviesan situaciones de dificultad
¿La solución? Una figura jurídica que lleva décadas demostrando su eficacia: la Sociedad Laboral.
Una fórmula que pone a los trabajadores en el centro
Cuando una empresa se encuentra en dificultades o su fundador decide retirarse sin relevo claro, los propios trabajadores pueden asumir el control, convirtiéndose en socios y gestores. Este modelo no solo evita el cierre, sino que transforma la cultura empresarial, reforzando el vínculo entre empresa y empleados.
Relevo generacional sin ruptura
El traspaso de una empresa a sus trabajadores permite mantener intactos el conocimiento, la clientela y la estructura productiva. A diferencia de una venta a terceros, que puede implicar deslocalización o despidos, la conversión en Sociedad Laboral garantiza continuidad y arraigo territorial.
Además, este modelo ofrece incentivos y apoyo institucional, lo que facilita la transición y mejora la viabilidad del proyecto.
Empresas en dificultades: del cierre al renacimiento
En momentos de dificultad, las Sociedades Laborales pueden ser la tabla de salvación. En lugar de liquidar activos y despedir personal, los trabajadores pueden reorganizar la empresa, adaptarla al mercado y relanzarla con una gestión más participativa.
Más que empleo: cohesión social y desarrollo local
Las Sociedades Laborales no solo preservan puestos de trabajo. También fomentan la democracia económica, la redistribución de beneficios y el desarrollo sostenible. En zonas rurales o afectadas por la despoblación, este modelo puede ser clave para mantener la actividad económica y evitar el éxodo laboral.